miércoles, 8 de septiembre de 2010

La soledad de un corredor cualquiera

























Has estado entrenándote durante largos años, prescindiendo de los caprichos que te debilitan el cuerpo, aprendiendo las técnicas necesarias en tu especialidad como la respiración y mantener un ritmo de marcha metronómicamente constante. Has pulido los movimientos en las curvas y en las subidas para conseguir un equilibrio perfecto y economizar energías para cuando te hagan falta en la recta final.  Después de largos años de reflexión, has conseguido lo más importante: liberar el pensamiento de ideas cargantes, de preocupaciones mundanas y afectos innecesarios.

Dentro de unos minutos se dará el tiro de salida, estás rodeado de corredores, de compañeros de fatiga, de falsos camaradas que te dan la mano y te abrazan cuando saben que las cámaras os están apuntando, bueno, al final todos son compañeros, no hay que darle más importancia no sea que pierdas la concentración y te excedas en el tiempo de tus estiramientos. Hechas un vistazo a tu alrededor y ahí encuentras los restos de tu familia, te han visto, te saludan y les respondes sutilmente alzando la cabeza con una sonrisa mientras sigues con tus ejercicios. Ha llegado el momento, os ponéis todos en línea, mirando al horizonte, se hace la cuenta atrás y suena el disparo de salida y todos han empezado ya a correr, ves a los principiantes adelantarte, superas a los veteranos y a tu lado y por delante te encuentras con tus coetáneos. De alguna manera te relaja esa falsa compañía, el escuchar el trotar de sus pies y sentir tu ritmo interno y encontrar similitudes; se crea un tipo de desfase particular, pero no es más que una lucha constante. Dentro de unos kilómetros, tanto si eres el primero como el último, te encontrarás con tu peor enemigo, con la soledad del corredor y un largo camino por recorrer que, a pesar de que has estudiado el terreno y lo has recorrido varias veces, una vez que ha empezado la carrera, el tiempo y el espacio parecen ponerse en tu contra.

Llevas ya un buen rato, no hay cámaras ni espectadores, las maratones no son tan populares como la vuelta ciclista como para ser retransmitidas en diferido. Ha llegado el momento, estás sólo y ante ti ves un largo camino, la sed te golpea, demasiada calor en el ambiente, no hay nadie que te pueda dar agua y el asfalto está lleno futuros baches y admiradores y detractores que cuando menos te lo esperes te pueden empujar fuera del camino para que les firmes un autógrafo, para tirarte por el barranco o para que beses sin piedad el suelo. Llevas ya un buen rato, has perdido la cuenta subjetiva del tiempo, debes de llevar la mitad del recorrido pero ni aún así puedes dislumbrar el final del camino y eso te frustra en parte. Tienes que economizar fuerzas, nada de sprints kamikazes para alcanzar a ese corredor que tienes a uno diez metros, tranquilo, ya bajará él el ritmo, cuando llegue a la subida le alcanzarás por narices.

El cansancio físico puede contigo, la duda te asalta y crees que no has entrenado lo suficiente, pero conoces tus limites, siempre puedes seguir un poco más, siempre ha sido así, no tienes nada que perder, ni orgullo, ni la carrera, tu nunca has aspirado a ganar, tus medallas de hojalata no te las va a quitar nadie, total, después de tantos años ya no son trofeos sino parte de la decoración, en el fondo lo importante no es llegar el primero ni el tercero, sino llegar; aunque algunos tontos digan que con participar es suficiente.


 

8 comentarios:

Dani dijo...

Esta historia viene al pelo:

http://esepuntoazulpalido.blogspot.com/2010/04/iron-man.html

Se puede correr solo o acompañado como Rick.

Perdón por el autobombo, pero es lo que me pide el cuerpo.

Raúl Peñaloza de Moure dijo...

¿Te acuerdas de Run Lola Run?

Alexandre Vaudeville dijo...

> Dani, no le acabo de ver la relación del todo con tu símil, yo hablo de una carrera vital no literal como es tu caso, lo mío es una pequeña metáfora nada más. Que por cierto ya me leí esa entrada tuya hace tiempo! ¡Sorprendente!
No me importa tu auto-bombo (y más si te lo pide el cuerpo), lo que me revienta es la gente que nunca ha entrado aquí y te ponen un comentario redirigiendo a una entrada de su blog como si tuviese todo lo que a la tuya le falta, esa publicidad apesta, lo tuyo no hay problema; hay confianzas! ;)

> Raúl, pues no la recuerdo porque no la he visto, cuando he leído el título me he asustado, parecía una españolada kitsch, pero promete, la apuntaré en la eterna lista de sugerencias.

Dani dijo...

"La soledad de un corredor cualquiera"...

Dick no es un corredor cualquiera, y lo más importante: no corre sólo. Yo a esto lo llamo en mi blog [Mode autobombo:ON] "Sin Límites".

Y respecto a la vitalidad: no veas como se las gasta el papi cachas. :-)

Saludos!

Alexandre Vaudeville dijo...

Ciertamente, corredores excepcionales como él no abundan, eso si que es ser un padrazo y lo demás son tonterías y claro, él no corre solo, lo hace con y por su hijo; quizás así, en compañía, es más fácil olvidar los límites. Pero la triste realidad es que aunque en los entrenamientos se puede correr en compañía, en la carrera siempre llega un momento en que te quedas solo y cuando más largo es el camino más tedioso es el recorrerlo. Metáfora conocida de que ciertos caminos en la vida recorrerlos te puede llevar años y aunque al principio lo hagas acompañado, al final te quedas solo y tienes que enfrentarte a ti mismo, a los límites, a las dudas.
Eso si, en las carreras de corto recorrido, por ejemplo los 100, 200, 400 y 800m, será para bien o para mal, pero uno siempre está acompañado. Lo duro son las maratones que ponen a prueba los límites humanos y donde se compite con personas sumamente entrenadas.

¡Saludos!

al dijo...

correr y la vida tienen mucho en común. A mi me gusta mucho correr, es de los pocos deportes que practico.

Y sí, aunque a veces sea dificil y no veas el final del camino, y muchas veces creas que es imposible y lo vas dejando, algunas veces te rindes... pero si llegas al final, cuando llegas, da igual que otros lo hicieran antes o después.

A mi tambien me gustaria llegar al final, no me importa si tardo mas o menos.

El problema es cuando no sabes hacia donde echar.

Alexandre Vaudeville dijo...

Yo corría, como hobbie, hace años pero lo dejé, ahora como mucho voy con prisas por la vida, es un tipo de auto-estrés que le da algo de emoción al recorrido. La verdad es que yo tampoco se exactamente hacía donde voy, pero se que voy en la dirección correcta, que no es moco de pavo...

Cendrero (Adm. El Busto de Palas) dijo...

Hay un problema con la metáfora :D

Cuando terminas la carrera deportiva, sin importar lo mal que lo hayas hecho, puedes seguir participando en otras y redimir tus errores.

En la carrera de la vida no te puedes permitir ese lujo, hay que ser inteligente y aprender rápidamente de nuestros errores cuando nos caigamos en un bache. Hay que reaccionar lo antes posible para hacer bien el resto de la carrera :)

Saludos!