lunes, 10 de mayo de 2010

La fama y la honestidad brutal

Quien diga que no quiere ser famoso miente, nos han educado de pequeños diciéndonos que cuando te conviertes en un personaje mediático popular, automáticamente te haces rico, apenas tienes que trabajar y todos te quieren independientmente de la bazofia que hagas. Muy posiblemente te sobrarán las mujeres y es que cuando salgas a la calle todas te mirarán con envidia y en caso de que sea de noche seguro que "mojarás" con la más imponente, por no decir la más viciosa; o sea la "groupie". Tendrás limusinas y jets privados que te llevarán a todas partes y en cualquier lugar en el que te alojes habrá un lujoso buffet libre y minibar en tu habitación. ¿Parece interesante, no?

Se acabó el hacer horas extras, el aguantar al desgraciado vividor de tu jefe, tú serás quien mande y te administrarás el tiempo como te de la gana. Se acabaron los trabajos repetitivos y maquinales, aquí tú te impondrás el ritmo de trabajo y la jornada laboral como prefieras. Se acabó el dejarte la vista delante de un programa ofimático en una viciada oficina, cuando seas famoso podrás trabajar con un monitor o con una Tv de las pulgadas que te plazcan. Se terminó el levantar pesos, subir escaleras y cargar furgonetas o conducir durante horas por la noche en solitarias autopistas: con un simple chasqueo de dedos tendrás chófers y mozos a tu disposición para llevarte el equipaje y los instrumentos.

También olvídate de tomar café de máquina nunca más y el comer en exóticos bares barátos de indigestión asegurada, sólo irás a lugares lujosos con comida de primerímisa calidad donde tu presencia bastará para que te inviten a probar todo tipo de manjares con tal de dar reputación al lugar. Por fin serás libre de no enseñar centenares de veces al becario la triste faena que tiene que hacer todos los días; desde el primer momento en que firmes tendrás a tu disposición músicos de estudio en los conciertos y en las grabaciones; profesionales que con sólo mirarse la partitura un poco sabrán lo que tienen que tocar y posiblemente lo hagan mejor que tú. Olvidate de llegar puntual al trabajo, de fichar a la misma hora, de coger transporte público o aguantar atascos en la hora punta para luego dar vueltas durante un buen rato para intentar aparcar tu modesto vehículo. Todo estará en el contrato, tu compones, cantas o tocas un instrumento y del resto se encargará tu compañía. ¿No estaría nada mal probar este nuevo tipo de vida, no?

Y es que cuando has conseguido unos cuantos admiradores, te preguntas: ¿no podría yo llegar un poco más lejos? Y unas voces en el oído te susurran, ¿porque no haces algo más comercial para alcanzar a un público mayor? Y los remordimientos a golpe de ingresos bancarios mileuristas se van disipando y te conviertes en una estrella con todos los arquetipos que antes detestabas.

Ahora veamos el verdadero lado negativo, primero de todo, para ser famoso, salvo honrosas excepciones, hay que venderse, lo que implica seguir las modas, sonreir, asistir a entrevistas y hacerle la pelota a todo aquel que se precie hacertela a ti. Te encontrarás paparazzis en cada esquina, al principio te harán grácia y les harás comentarios originales que verás escritos en la prensa rosa al día siguiente, hasta que navegando por google en las primeras busquedas te encuentres instantáneas en las que no sales muy favorecido y encima sin tu permiso. Otro día, cuando te estés duchando tranquilamente  descubrirás un pequeño agujero en la pared donde se aloja una pequeña webcam y hasta puede que en la sopa encuentres una microcámara asomándose entre el caldo. Recibirás duras críticas de envidiosos y con los años tendrás competencia mas joven emergiendo de la nada, gente mas guapa, más espabilada, que se drogarán muchísimo más y mantendrán la figura y la lucidez mejor que tú en sus sordidas vidas privadas. Y para colmo, no olvides que la fama, salvo algunos privilegiados, no dura mucho y puede que cuando menos te lo pienses tengas que volver a currar en tu degradante profesión anterior.
Los pobres honestos, entre los cuales, por ahora, me incluyo, detestamos la fama, preferimos tener un trabajo monótono y mal pagado y luego, en el escaso tiempo libre que nos queda, expresarnos libremente para unos pocos "seguidores".

 Si algún día un hombre vestido de negro me ofrece un contrato delante de mis narizes donde me aseguren ingresos millonarios cada año, trabajando desde mi casa, haciendo lo que más me gusta, no os penséis que diré que no, simplemente le preguntaré ¿donde está la letra pequeña? Y luego tras asegurarme que no sufriré vejaciones dignas de una estrella de OT, es muy posible que vilmente firmase y vendiese mi alma al diablo con tal de pasar a la historia de una manera o de otra.


Tras escribir todo esto creo que ha quedado claro que mi honestidad, por ahora, es brutal, no como la de algunas "rockstars", por poner un ejemplo, que se las dan de íntegros con pretenciosos discos de pop (en sus campañas publicitarias) que poco aportan a la música en general y con el tiempo se convierten en humo. Quizás por esa razón seguiré haciendo música para perros que al menos ellos siempre me serán fieles...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

M'encanten el gossos ^_^

Patrícia

Alexandre Vaudeville dijo...

Espero que no sigui "la banda" que em fan una mica de tirria, jeje! Per cert, es gossa!