lunes, 26 de julio de 2010

El amor verdadero, si es que existe, no deja cicatrices

Dice Leonard Cohen en una de sus letras, que el amor verdadero no deja cicatrices; menuda ingenuidad que sóltó el pobre, supongo que estaría enamorado. Las cicatrices están en la memoria y cuando has querido a alguien durante bastante tiempo eso te pasa factura. Y es que cuando no quieres a alguien, romper es fácil y olvidable con suma sencillez. Cuanto más tiempo estás con alguien, más dolor y rencillas sufrirás en un futuro.

¿Y que es el amor verdadero? ¿Acaso hay uno de pega? ¿Será por la intensidad amatoria?
 Yo confío más en el cariño y en las cosas en común (aunque no dejen de vendernos el rollo ese de que los polos opuestos se atraen) el amor lo dejo para los enamorados. Los polos opuestos dan morbo y punto. Y ahora, como si fuese el locutor de Doctor en Alaska, os dejo con una canción sobre un tipo de amor muy especial, el que no le hace falta yodo, el que se cura con suma rapidez:


No se lo tengamos en cuenta al pobre Lenny, no es más que una cancioncilla pop de relleno de un disco pomposo e inusual en que la batuta (o pistola) iba dirigida por Phil Spector. Seguramente esta canción la habría compuesto un mujeriego al final de sus días...

2 comentarios:

Hoba W. dijo...

Amor con talquistina?...pufffff quita, quita!

;)

Alexandre Vaudeville dijo...

En realidad lo del iodo era un comentario que hacía referéncia a otra canción más o menos facilona del mismo disco de L.Cohen: Iodine, del pomposo Death of a Ladie´s man (Muerte de un mujeriego).A pesar de todo, aunque no lo parezca, tengo en gran estima a este gran cantautor de amores y desamores que tantas alegrias me dió con sus desgracias...
Bienvenida al vodevil, Hoba W!